La minería, en su contexto global, es una actividad industrial de alto impacto ambiental, social y cultural. En efecto, para obtener los minerales es indispensable, en primer lugar, desforestar y remover la capa superficial de la tierra, que da vida a la flora y a la fauna. A través de esta destrucción se llega a extensos yacimientos de minerales contenidos en rocas, las cuales hay que pulverizar; luego, aplicarles diversos reactivos químicos, cal, floculantes y otros depresantes, que hacen posible capturar el máximo de cobre en los procesos de flotación y concentración (para producir concentrados de cobre), y, por otra parte, ácido, cianuro y zinc, para precipitar y producir el oro y la plata. Pero el elemento que toda la minería usa a destajo, de -manera gratuita- y en gran escala, es el agua.
Lo anterior puede alterar el curso de los ríos, destruir la pesca, acabar con especies animales en extinción, secar humedales, bofedales, afluentes y crear lagunas o pantanos con aguas tóxicas. Esto, a su vez, ha mermado y, en algunos casos, terminado con la escasa actividad ligada a la agricultura, no sin antes mencionar el arruinamiento de parques conservacionistas y zonas turísticas típicas del norte del país. Ello implica, en el corto plazo, la erradicación obligada de muchas familias de origen autóctono; han tenido que irse del lugar en que nacieron y se criaron, terminando paulatinamente con muchas culturas y poblaciones originarias.
En la actualidad existen numerosos lugares del norte de Chile, que es “por excelencia” una zona minera, en donde se ha asentado la mayor parte de la inversión extranjera. La demanda de agua en el desierto más árido del mundo, es superior a la oferta, lo que crea conflictos evidentes. Los nuevos proyectos mineros han debido, por esto, explorar nuevas fuentes de agua, muchas veces a un costo considerable de extracción que luego rebajan de impuestos.
Al consumo directo del agua en la minería del cobre, oro, plata, zinc, acero molibdeno, plomo y níquel, se suma el uso indirecto del agua, el cual se utiliza fundamentalmente en el proceso tradicional de concentración por flotación, seguido de fusión y electro refinación, o en el proceso hidrometalúrgico, el que consta de lixiviación-extracción por solventes y electroobtención.
El agua de consumo humano es fundamentalmente para bebida, cocción, lavado, riego, y baños. Los datos disponibles indican que esta cantidad de consumo humano varía entre 130 y 200 litros por día, por persona (Bechtel Chile, 1997). Esta cantidad representa usualmente menos del 1,5 % del agua consumida en una empresa minera.
Este porcentaje varía bastante debido al diferente ámbito de actividades de las diversas empresas mineras. En empresas de gran dimensión, el consumo es usualmente más cercano o inferior a 1%. El uso principal de agua en las minas de cielo abierto es en el riego de caminos con objeto de reducir el polvo en suspensión. Se trata, por ende, de consumo minero. En la minería subterránea, el consumo del agua es reducido y el problema consiste generalmente, al igual que en la minería de cielo abierto, en extraer el agua natural que se apoza en el fondo de los piques, el que puede provenir de lluvias o de afloramientos de las napas subterráneas.
Las cifras disponibles para minas recientemente inauguradas es de 5,4 a 5,8 m3(de agua)/ton de cobre fino producido (Lefort, 1996). Esta cifra es bastante más variable que lo indicado anteriormente, ya que hay muchos factores que influyen en el abatimiento del polvo: superficies expuestas, morfología del terreno, precipitaciones anuales, vegetación natural, etc. Cifras disponibles indican que el agua utilizada en riego de caminos puede variar entre el cero y el 15% del consumo total de agua de una faena minera.
En Chile hay tres grandes plantas concentradoras que envían el concentrado a un puerto mediante un mineroducto. Estas son las plantas de Minera Escondida, la de Collahuasi y la de Pelambres. En todos estos casos el concentrado es transportado más de 150 kilómetros, desde alturas por sobre los dos mil metros sobre el nivel del mar hasta un puerto de filtrado y posterior embarque. Con el objeto de que el concentrado fluya a lo largo del mineroducto, es preciso agregar agua en grandes cantidades.
En el caso de Minera Escondida, el agua promedio utilizada -en dos mineroductos con capacidad en conjunto de 410 m3/hora de pulpa de concentrado, con 63% de sólido y una densidad de 1,9 T/m3-, es de aproximadamente 288,23 m3/hora (MEL, 2007), lo que representa entre un 6 y un 8 % del total de agua consumida en las respectivas plantas concentradoras, ubicadas a 170 km al sureste de Antofagasta.
Variación del perfil y trazado de lacorriente fluvial, variaciones en el nivel
de base local, alteración en la dinámica(variaciones en las tasas de erosión/sedimentación) en el perfil(aguas abajo y aguas arriba) por
excantvaciones, diques y represas.
Incorporación de partículas sólidas en
la corriente, aumento de la carga de
fondo y en suspensión, incremento en
las tasas de sedimentación aguas abajo.
Variaciones en el nivel freático,
variaciones en el régimen de recarga y
modificaciones en el flujo subterráneo
por efectos barrera, drenajes inducidos,
infiltración restringida/favorecida,
compactación, modificación del relieve,
deforestación.
En especies en disolución: uno de los
procesos más relevantes para la
movilización de metales desde la fase
sólida es el (“acid mine drainage”, AMD),
además de los procesos de metalurgia
por lixiviación y cianuración.
Como resultado se obtienen aguas de pH
muy bajo (2-3), cargadas en aniones (sobre
todo sulfatos), en las que generalmente son
más solubles los metales pesados como Pb,
Zn, Cu, As, Cd, etc. (a excepción de Hg).